El Subsecretario de Agricultura, Alan Espinoza, aborda los principales desafíos que enfrenta el Ministerio en esta nueva etapa, destacando avances en la apertura de nuevos mercados, el impulso a la producción sostenible y el fortalecimiento de la seguridad alimentaria. La autoridad -que asumió el cargo en mayo de este año-  es abogado con 17 años de experiencia en el Ministerio de Agricultura, donde ha ejercido cargos de alta responsabilidad, destacando por su liderazgo estratégico, capacidad de gestión y compromiso con el fortalecimiento institucional y el desarrollo rural sostenible. En esta entrevista con ChileCarne, también releva el rol estratégico del sector cárnico en la agenda agroexportadora y la importancia de una colaboración público-privada efectiva para consolidar una producción competitiva, resiliente y con sello chileno.

 ¿Cuáles son los principales desafíos que ha identificado para esta nueva etapa en el Ministerio?

En el Ministerio hemos abordado diferentes desafíos y hemos ido concretando importantes avances a lo largo de estos años, desde que iniciamos esta administración. Uno de ellos es trabajar por la apertura de nuevos mercados. Gracias al trabajo del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) y junto a PROCHILE, hemos logrado consolidar y abrir nuevos y valiosos mercados para la producción agropecuaria chilena. Las recientes aperturas de mercados en Indonesia e India son un claro ejemplo de ello.

Otro punto prioritario para nosotros ha sido el fortalecimiento de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena, un motor vital para la seguridad alimentaria del país. A través del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), hemos potenciado programas de asistencia técnica y fomento, permitiendo que miles de pequeños agricultores mejoren su productividad y accedan a nuevas herramientas y tecnologías. Asimismo, hemos trabajado por la inclusión de mujeres y jóvenes en el mundo rural, creando programas especialmente dirigidos a este segmento de usuarios y usuarias.

Por su parte, la seguridad hídrica que es un complejo desafío en la mayor parte de nuestro país. Para enfrentarlo, ha sido fundamental mejorar la eficiencia en el uso del agua a través de sistemas de riego tecnificado y fortalecer nuestra infraestructura hídrica, invirtiendo en embalses y canales que garanticen una acumulación y distribución equitativa en un contexto de escasez. Con el destacado trabajo de la Comisión Nacional de Riego (CNR) hemos logrado perfeccionar la Ley de Riego y, con ello, abrir espacios importantes para la participación femenina, de las cooperativas y de la agricultura familiar campesina en el acceso a este importante apoyo financiero.

Otro gran desafío lo constituyen la adaptación y mitigación al cambio climático. Los fenómenos extremos son cada vez más frecuentes y representan una amenaza para nuestra producción agrícola. El foco ha sido en avanzar hacia una agricultura más sostenible y resiliente, impulsando prácticas que permitan al sector adaptarse a estas nuevas condiciones. En esta misma línea, estamos fortaleciendo las capacidades del Ministerio para una eficiente gestión del riesgo de desastres. Trabajando de la mano con iniciativas clave como el programa ‘Chile Alimenta el Futuro’, que es un trabajo conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo.

Este Programa también tiene un componente para apoyar la modernización integral del INDAP y un tercer componente destinado al fortalecimiento del SAG en sus capacidades para mantener el estatus de la sanidad agropecuaria del país. Lo que es crucial no solo para mantener el acceso a los mercados internacionales, sino que también porque es el gran paraguas bajo el cual se desarrolla nuestro sector.

En materia de alimentos, ¿cuáles son las prioridades de su gestión, especialmente respecto a la seguridad alimentaria y la producción sostenible?

En este aspecto las prioridades de nuestra gestión se articulan en buena medida a través del programa ‘Chile Alimenta el Futuro’, que es un eje central para abordar dos pilares esenciales: la seguridad alimentaria y la producción sostenible. Este Programa de inversión en capacidades técnicas (personas) y tecnológicas (equipamientos y sistemas) de los principales Servicios del Ministerio, está diseñado para ser la hoja de ruta que permita a nuestro sector seguir produciendo alimentos de calidad, de manera responsable, y que estos lleguen a cada rincón de Chile y a muchos lugares del mundo.

Esto viene a complementar el trabajo en favor de la innovación que realiza la Fundación para la Innovación Agraria y los institutos tecnológicos dependientes de nuestro Ministerio. Destaca el trabajo del Instituto de Investigaciones Agropecuarias en transferir practicas sustentables y regenerativas dirigidas a todos los segmentos de productores(as), así también en la generación de variedades más resistentes y mejor adaptadas a situaciones de estrés hídrico y de aquellas que generen menos efectos adversos al medio ambiente.

En esta misma dirección el INDAP ha llevado adelante el Programa Transición a la Agricultura Sostenible TAS, promoviendo prácticas que minimicen el uso de insumos con impactos negativos.

Toda esta preocupación y trabajo dirigido a lograr mejores estándares productivo sustentables es un sello de esta administración y es un compromiso con el futuro del país, que su vez contribuye a un esfuerzo global por detener el daño ambiental y en lo posible revertirlo. Estas acciones además forman parte de un esfuerzo mayor en plena ejecución, que es nuestra Estrategia de Soberanía para la Seguridad Alimentaria.

¿Qué rol considera que juega el sector carnes en la estrategia agroexportadora del país?

El sector carnes juega un rol muy importante en la estrategia agroexportadora, de hecho, ha estado y está presente en todas las negociaciones tanto bilaterales como multilaterales que el país ha sostenido, desde los primeros acuerdos y tratados de libre comercio que hemos suscrito. Lo mismo en la actualidad, el sector carnes siempre está presente ya sea en las giras comerciales y en todas las mesas de negociación internacionales, así como en las  actividades promocionales y de marcas sectoriales, apoyadas por el FDPEA, que administra PROCHILE con recursos transferidos desde la Subsecretaría de Agricultura.

Es fundamental seguir en esta senda de promover a Chile como proveedor confiable y sostenible de carnes de calidad para alimentar al mundo.

¿Qué esfuerzos está realizando el Ministerio para diversificar los destinos de exportación de carnes blancas chilenas (o impulsar la apertura de destinos que están en proceso de ser abiertos), considerando las crecientes exigencias de los mercados internacionales?

Como parte del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, desde el Ministerio de Agricultura estamos comprometidos con diversificar los destinos de exportación del sector silvoagropecuario, especialmente en productos estratégicos como las carnes blancas. En este marco, estamos impulsando la Agenda de Competitividad Agroexportadora Sustentable, que pone énfasis en la apertura de nuevos mercados y el fortalecimiento de los ya existentes.

Entre los avances más relevantes, destaca la reapertura del mercado chino para carne de ave, la actualización de protocolos con China para aves y cerdos, y la implementación de esquemas de zonificación sanitaria con Estados Unidos y Canadá. También estamos trabajando activamente en negociaciones con Japón, Corea del Sur, India y Filipinas, y reforzamos nuestra presencia en el Sudeste Asiático con la apertura de una nueva Agregaduría Agrícola en Vietnam. Gracias al trabajo articulado entre la Agregada Agrícola, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y Odepa, se concretó recientemente una visita técnica de inspectores vietnamitas, paso clave para avanzar en una negociación sanitaria que llevaba más de una década estancada.

Algo similar ha ocurrido con el caso de la India, en donde también se ha instalado una nueva agregaduría agrícola recientemente. Dicha instalación coincidió con la visita a ese país de una delegación público privada encabezada por el Presidente de la República, destinada a profundizar la apuesta por ingresar más significativamente a este interesante mercado y con un gran potencial de expansión.

El trabajo público privado ha dado frutos, por ejemplo, entre marzo de 2022 y mayo de 2025, se han concretado 70 aperturas sanitarias y fitosanitarias, y procesos de facilitación de comercio en 23 mercados, incluyendo productos agrícolas, pecuarios, forestales y agroindustriales. Este hito no solo abre nuevos mercados, sino que también consolida a Chile como un referente en calidad e inocuidad, y permite sortear restricciones que afectan a otros países exportadores.

Me parece importante enfatizar, que estos logros han sido posibles gracias a un trabajo coordinado con el sector privado, el SAG, ODEPA, PROCHILE y la Subsecretaría de Agricultura, cuyo rol ha sido clave en la promoción de nuestras exportaciones. Como Ministerio, reafirmamos nuestra voluntad de seguir fortaleciendo esta colaboración público-privada para seguir abriendo mercados y proyectar el potencial de diferentes productos agropecuarios, entre los cuales destacan las carnes blancas chilenas que ya tienen una interesante presencia en diferentes países el mundo.

Desde el Ministerio, ¿cómo están apoyando o articulando los esfuerzos del sector privado para consolidar una estrategia país en materia de sostenibilidad agropecuaria, especialmente en el rubro de las carnes blancas?

En el Ministerio de Agricultura estamos impulsando con fuerza el programa Chile Origen Consciente, un sello estatal de sustentabilidad en el que las carnes blancas han sido pioneras desde el inicio. Este programa establece estándares exigentes, co-construidos con los gremios para asegurar una producción agroalimentaria alineada con las demandas ambientales, sociales y de bienestar animal.

En 2025 actualizamos sus manuales y herramientas para mejorar la trazabilidad de los avances sectoriales y permitir, por primera vez, que estos puedan comunicarse directamente al consumidor, con respaldo oficial. El sector lácteo será el primero en implementarlo, pero tenemos altas expectativas de que las carnes blancas sean el segundo rubro en adherir plenamente, dada su madurez y liderazgo en prácticas sostenibles.

Complementariamente, lideramos el Grupo de Trabajo de Sustentabilidad del Consejo Exportador Agroalimentario, donde junto a PROCHILE y los gremios, estamos construyendo un relato país de sustentabilidad agroalimentaria. En 2024 levantamos un diagnóstico técnico sobre los marcos regulatorios e iniciativas sectoriales, y este año desarrollaremos una propuesta comunicacional robusta, que visibilice los avances con una narrativa coherente y creíble, especialmente en mercados exigentes.

Nuestra visión es que tanto el relato como el sello Chile Origen Consciente sean herramientas articuladas que fortalezcan la diferenciación de nuestras exportaciones. Para ello, trabajamos con las agregadurías agrícolas en el posicionamiento internacional de estos atributos, convencidos de que la sostenibilidad no solo es una condición para competir en mercados exigentes, sino también una ventaja estratégica para Chile, gracias a los avances que hemos construido con el sector. Hoy, la sustentabilidad es un sello de origen diferenciador, que refleja nuestro compromiso con una agricultura y ganadería moderna, responsable y reconocida a nivel internacional.

¿Qué papel cree que debe cumplir la colaboración público-privada, especialmente con gremios como ChileCarne, en el desarrollo del sector?

La colaboración público-privada es clave para que al sector y al país le vaya bien, es sin duda, un pilar fundamental y estratégico en nuestra forma de trabajar y de buscar logros. Para el desarrollo del sector agropecuario es la mejor manera de progresar.

Las razones de que la colaboración entre ambas partes resulte tan relevante es que permite una visión más completa y realista del sector. Mientras el Ministerio de Agricultura, a través de sus diversos servicios, tiene la responsabilidad de formular políticas públicas, velar por la sanidad, la inocuidad y el desarrollo equitativo, los gremios como ChileCarne aportan conocimiento técnico y experiencia práctica directa de los productores y exportadores. Al trabajar en conjunto generamos mejores políticas públicas.

Asimismo, la colaboración agiliza la toma de decisiones y la implementación de soluciones. Cuando el sector público y el privado trabajan de la mano, la respuesta ante crisis sanitarias, fenómenos climáticos o cambios en el mercado es mucho más rápida y coordinada. Esto le imprime importantes grados de resiliencia a las cadenas de la carne chilena. Ya lo hemos visto en diferentes ocasiones, como por ejemplo en los brotes de influenza aviar que hemos tenido en nuestro país.

La colaboración público-privada es el camino para asegurar un sector agroexportador competitivo y capaz de enfrentar los desafíos del futuro con una visión unificada y acción coordinada.

Desde su perspectiva, ¿qué hace única a la industria cárnica chilena y qué mensaje le gustaría entregar sobre su importancia y potencial?

La industria cárnica chilena tiene varios elementos que juntos nos otorgan una posición competitiva tanto en el mercado nacional como en el internacional.

Uno de los pilares fundamentales es nuestro estatus sanitario. Gracias al trabajo riguroso del SAG y al compromiso constante de los productores Chile ha logrado mantenerse libre de enfermedades que afectan a otros países. Junto a esta situación base, está el esfuerzo y desempeño de las empresas. Esto garantiza un producto inocuo y confiable, valorado por los países más exigentes en estas materias. Hoy, esa condición sanitaria y de competitividad, es reconocida ampliamente, así como también su capacidad para diversificar mercados y de adaptación a los cambios de las normativas nacionales e internacionales. Con todo, es un gran aporte al desarrollo de los territorios, con su generación de actividad económica y  empleos. La sólida demanda global por proteínas animales, y en un contexto donde la inocuidad y la sostenibilidad son relevantes en los mercados, permite proyectar este enorme aporte en el tiempo.