Un estudio reciente revela que 9 de cada 10 hogares en Chile desperdician alimentos, mientras que el Programa Chile Origen Consciente lidera esfuerzos para revertir esta tendencia a través de iniciativas sustentables y de la economía circular.
En un reciente estudio realizado por Maggi e Ipsos, se ha revelado una preocupante realidad en los hogares chilenos: cerca del 92% de ellos desperdician alimentos regularmente. Este hallazgo, presentado en el contexto del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, destaca una desconexión crítica entre la conciencia del problema y las prácticas domésticas.
El estudio, que involucró a 600 personas, descubrió que aunque existe una alta conciencia sobre la magnitud del problema del desperdicio de alimentos (72%) y una considerable molestia al respecto (91%), el acto de desechar comida sigue siendo común en la mayoría de los hogares. Los participantes identificaron la compra, la preparación y el almacenamiento como las etapas clave donde se produce el desperdicio, principalmente debido a la compra y preparación excesiva.
Frente a este escenario, el Ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, resaltó la importancia de abordar el desperdicio de alimentos, especialmente en el contexto actual de cambio climático. Con un aumento progresivo de personas a la clase media en todo el mundo, y una estimación de una población mundial de 9.600 millones de personas en 2050, para mantener el actual estilo de vida será necesario poseer el equivalente a casi 3 planetas. El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12 denominado Producción y Consumo Responsable consiste en hacer más y mejor con menos, aumentar la eficiencia de los recursos y promover estilos de vida sostenibles.
En este contexto, el Programa Chile Origen Consciente, impulsado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), se centra en incorporar aspectos ambientales al momento de construir los estándares de sustentabilidad, apoyando una variedad de iniciativas. Entre ellas, se incluye la promoción de la economía circular, como la comercialización de productos alimentarios descartados por motivos estéticos y la utilización de residuos orgánicos como biofertilizantes.
Estas iniciativas no solo buscan reducir las pérdidas económicas y la emisión de gases con efecto invernadero, sino también mejorar la disponibilidad de alimentos y nutrientes, especialmente para personas en situación de inseguridad alimentaria. El enfoque del programa alinea a Chile con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12 de la ONU, específicamente con la meta 12.3, que apunta a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita a nivel mundial y en las cadenas de producción y suministro.
En cifras globales, la pérdida y desperdicio de alimentos contribuyen con un 8 a 10% de las emisiones antropogénicas globales. Según la FAO, un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde en el mundo. Cuando desperdiciamos comida hacemos lo mismo con toda el agua y energía que se destinaron en su producción, lo que impulsa la inseguridad alimentaria y la sobreproducción.
Hay que relevar la importancia de desarrollar sistemas alimentarios con capacidad de resiliencia y la búsqueda de posibles soluciones en esta temática con miras al cumplimiento de la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Se estima que la pérdida y desperdicio de alimentos a nivel mundial varía entre un 20% y un 45% dependiendo del tipo de producto que se trate. Según información de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), un tercio de los alimentos producidos globalmente para el consumo humano se pierde o desperdicia (equivalente a 1.300 millones de toneladas, valoradas en 1 billón de dólares), pérdidas que se generan a lo largo de toda la cadena de producción, transporte, canales de venta y/o en nuestras casas.
Adicionalmente, es importante destacar que las acciones vinculadas a la reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos impacta positivamente sobre la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, ya que, por una parte, a nivel productivo y comercial evita la generación de pérdidas económicas y fomenta los retornos de inversión, toda vez que mitiga la emisión de gases con efecto invernadero; y, por la otra, a nivel de consumo aumenta la disponibilidad de alimentos y de nutrientes para personas en situación de inseguridad alimentaria.
Específicamente, la meta 12.3 señala: “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”, áreas en las cuales Chile ya busca avanzar mediante las diversas iniciativas públicas y privadas orientadas hacia la sustentabilidad.
El estudio de Maggi e Ipsos, junto a la proactiva labor del Programa Chile Origen Consciente, resalta la urgencia y la posibilidad de transformar la realidad del desperdicio de alimentos en Chile. A través de un enfoque integral que involucra a todos los sectores de la sociedad, el país se encamina hacia un futuro más sostenible, eficiente y consciente en términos de producción y consumo de alimentos, enfrentando los desafíos ambientales y sociales del presente y del futuro.