El presidente de ChileCarne nos habla de los desafíos actuales del sector exportador de alimentos, y en particular de nuestra industria, cómo deberíamos enfrentarlos y qué podemos hacer para fortalecer nuestra capacidad de resiliencia.  

Resiliencia es la capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada. Y como toda capacidad, no se da en forma espontánea ni en las personas ni en las empresas y deben procurar desarrollarla para estar preparados a responder a los cambios del entorno.

Como sector agrícola estamos bastante acostumbrados a enfrentar desafíos inesperados que pueden afectar nuestra actividad. Eventos climáticos, enfermedades, contingencias políticas y sociales, incluso guerras, son situaciones que pueden ocurrir o han ocurrido, y que ponen a prueba nuestra capacidad de respuesta y adaptación ante tales desafíos que muchas veces escapan a nuestro control. Lástima que esta vez llegaron todos juntos….

Primero fue el COVID, que significó un esfuerzo enorme por parte del sector para seguir operando y abasteciendo de carne a pesar de las restricciones. Se respondió rápido y se logró mantener la operación sin poner en riesgo la salud de quienes participamos en la industria.

Los problemas logísticos asociados a las restricciones producto del COVID, sumados a los estímulos económicos en muchos países en respuesta a la pandemia generaron un nuevo desafío, una escalada en los precios de muchos bienes, servicios e insumos que aumentaron los costos de producción en forma considerable: granos, energía, transporte, por nombrar algunos, hoy se encuentran en niveles históricos.

En este escenario nadie se imaginó que un nuevo conflicto bélico se podía desarrollar. La invasión de Rusia a Ucrania, además de todas las repercusiones que un conflicto como este genera, pone en jaque el abastecimiento mundial de granos al ser ambos países, tanto potencias productoras de estos como abastecedores de fertilizantes en el caso de Rusia.

Si a todo lo anterior le agregamos nuestro desafíos locales -crisis social, nuevo gobierno, proceso constituyente – no cabe duda que nos enfrentamos a tiempos inciertos en donde nuestra capacidad de adaptarnos y responder a los cambios será exigida al cambio.

La pregunta entonces es ¿cómo estamos preparados para enfrentar todos estos desafíos y qué podemos hacer para fortalecer nuestra capacidad de resiliencia como sector? La respuesta es simple: con más y mejores mercados de destino para nuestros productos.

Los acuerdos de libre comercio, por una parte, y los acuerdos zoosanitarios gracias a condiciones de sanidad e inocuidad en nuestra producción de carnes de aves y cerdos nos permiten llegar a más de 60 mercados de destino. Lo que además nos ha llevado a incorporar tecnologías de última generación y prácticas de manejo que nos han ayudado a desarrollar una industria de clase mundial, permitiendo entregar productos sanos e inocuos a nuestros consumidores en Chile y el mundo.

Ahora bien, estas condiciones por sí solas no bastan. Por una parte, es fundamental mantener actualizados estos acuerdos e ir modernizándolos como se hizo con Corea del Sur y la Unión Europea en los últimos años, así como también es importante no quedar atrás en la incorporación de Chile a nuevos y mejores tratados internacionales que nos permitan seguir desarrollando nuestra capacidad de respuesta ante los constantes cambios que hemos sufrido, y que seguirán sucediendo a futuro. En este sentido en particular, la firma del TTP 11 es fundamental para mantener nuestra competitividad y así seguir desarrollando nuestra industria. El esfuerzo publico-privado de los últimos 30 años para lograr llegar donde estamos ha sido enorme, tanto en recursos como en tiempo dedicado, y no podemos darnos el lujo de perderlo. Para lograr mantener una industria productora de carne en Chile – que tan relevante fue a la hora de asegurar el abastecimiento de proteína en tiempos de pandemia y así no depender de países terceros – es fundamental el desarrollo de las exportaciones. Estas son y seguirán siendo el motor de nuestra agricultura y lo que nos permite contar con una industria que nos abastece de alimentos sanos y frescos todos los días del año. Recordando un término que ha sido utilizado bastante en los últimos tiempos, “la seguridad alimentaria se basa en mantener nuestras exportaciones”.

Los países que creen que pueden depender solo de sí mismos para lograr su desarrollo están equivocados. Cada país, al igual que las personas, deben poner a disposición de los demás sus capacidades y fortalezas, y así juntos construir un mejor futuro. Mientras mejor sean las condiciones de libre comercio, las posibilidades de desarrollo son mayores, al igual que la mantención de la paz mundial. Si bien se dice que las guerras tienen casi siempre un origen económico, también es cierto que mientras más interdependencia económica exista, mayor son las probabilidades de evitar la aparición de conflictos entre las naciones.

Nuestro gran desafío como industria será lograr adaptarnos a todos estos cambios, pero asimismo mantener nuestra estrategia de largo plazo de seguir desarrollando una industria cada vez más sustentable que siga aportando al desarrollado de nuestro país, siendo un motor de desarrollo en las zonas rurales.

Por Juan Carlos Domínguez, Presidente de ChileCarne.