La institución saltó al puesto 75 de los mejores 100 puntajes PTU. Católico, mixto y más de 1.000 alumnos, mantiene un preuniversitario propio y un plan con el Pedro de Valdivia.

A16 kilómetros de Rancagua se ubica el Colegio Los Cipreses, en la comuna de Doñihue. De formación católica, se caracteriza por sus áreas verdes y edificios amplios. Allí se reúnen 1.039 alumnos, divididos en dos cursos por nivel: A de mujeres y B de hombres. “Hay un tema formativo de generar un perfil de sólo varones y sólo mujeres. Interactuamos libremente, pero el hogar es su curso y ahí tienen a sus compañeros”, cuenta el rector Edmundo Urtubia y aclara que se mezclan en los electivos, el Centro de Alumnos o la Pastoral. El 11 de febrero, el establecimiento se convirtió en el mejor subvencionado a nivel nacional. Según el profesor de biología, Cristián Caroca, es una muestra del trabajo que han hecho, el que no es pensado en el ranking. “Nuestra meta es que los chicos puedan elegir dónde y qué estudiar, y que no tengan que entrar donde les alcanzó”, comenta
uno de los 95 docentes de las 120 personas del equipo. Con la publicación de los resultados de la Prueba de Transición Universitaria (PTU), el centro educacional pasó a la lista de los mejores 100 colegios a nivel nacional, ubicándose en el puesto 75 con 631,83 puntos promedio. Lo acompañan otro subvencionado, el Josefino Santísima Trinidad de Providencia (99º), dos municipales, el Liceo Bicentenario de Temuco (81º) y el Liceo Augusto D’Halmar (5º), y 96 privados. Un reconocimiento que llega después de cinco años consecutivos entre los subvencionados con mejor puntaje.
Creado en 2002 por la Fundación Agrosuper en la localidad de Lo Miranda –donde se fundó la empresa en 1955 y donde tienen una planta faenadora–, este año rompió otro récord: su décima generación de egresados alcanzó el mejor puntaje promedio entre todas las que han salido desde 2011. “Es el resultado del esfuerzo y el colegio se caracteriza por eso, porque es de exigencia, donde el trabajo no es al azar. A lo mejor algunos dirán ‘tienen
recursos’, pero hay que saber invertirlos”, comenta Caroca.

“A lo menos un 90% de los alumnos va a la universidad. Ha habido promociones donde un 100% lo hace”, señala Urtubia. Él y Caroca llevan más de una década en el colegio y son conscientes de su impacto. “En las primeras generaciones teníamos muchos alumnos que nadie en su familia había ido a la universidad. Iban abriendo camino”, agrega el docente sobre los estudiantes que llegan de Rancagua, Doñihue, Lo Miranda y Coltauco.

Electivos universitarios

Por vía de admisión especial, Gonzalo Silva ya fue seleccionado para estudiar Ingeniería en la Universidad Católica. Fue el mejor puntaje de los 47 alumnos de su generación; obtuvo 750 en matemática, 733 en lenguaje y 688 en ciencias. Para encontrar su vocación, en primero medio conversó
con la psicóloga y asistió a charlas de las universidades. “Descubrí que era matemático”, recuerda.
De los nueve electivos que ofrece el plan diferenciado, en tercero medio tomó Mecánica, Geometría Analítica y Álgebra, y en cuarto Cálculo, Funciones y Termodinámica. “Nuestros electivos no están enfocados en la PSU, sino a que los chicos lleguen a la universidad y tengan herramientas para defenderse el primer semestre”, explica Caroca. Aún así, en tercero y cuarto medio se destina tiempo de ellos para la preparación de la prueba, un trabajo
personalizado gracias a la poca cantidad de alumnos por asignatura. Después de la jornada de clases, que hasta 2019 terminaba a las 17:15, se dictan los talleres de preparación PSU. “No son optativos, pero se les da la opción de que si ellos tienen ciertos logros, pueden no quedarse”, cuenta Caroca.

Además del preuniversitario de Ciencias e Historia que impulsa el colegio, hace dos años que el Pedro de Valdivia de Rancagua imparte
el de Lenguaje y Matemáticas dentro de las cuatro horas curriculares del cuarto medio. “A partir de 2019, ensayamos qué pasaba si esa parte se la entregábamos a alguien que a lo mejor tenía más experiencia que nosotros en la preparación de la prueba”, explica Urtubia.

Preuniversitario online

Cuando el año pasado se anunció la suspensión de las clases presenciales, el rector junto a su equipo ajustaron las cargas académicas y transformaron los módulos en videos que se enviaban a los alumnos por correo o WhatsApp. “Si en la semana tenían cuatro horas de matemáticas, les enviábamos sólo dos videos”, dice Urtubia sobre una medida que responde a las dificultades de conectividad. “Hay familias que tienen cuatro hijos y un computador o que sólo pueden acceder a internet a partir del celular de los papás”, dice.
A medida que avanzó el 2020, se buscó hacer clases vía Zoom. Algo que aplicó a la preparación PTU. “Grababa la clase, subía el video a YouTube y se lo enviaba por WhatsApp a todos. Duraba media hora y después les dábamos un tiempo para que resolvieran una guía y nos volvíamos a conectar para responder dudas”, dice Caroca. “El preu del colegio nos pasaba guías y el Pedro de Valdivia los libros”, añade Silva. Esta modalidad que Los Cipreses ha
consolidado, deberá reacomodarla ante el inicio de clases presenciales el 1de marzo, las que exigen un formato mixto.