Las empresas del sector exportador de carnes de cerdo y aves han trascendido su rol productivo para impulsar el desarrollo local y el liderazgo a través de la fuerza laboral femenina. Con programas de desarrollo, capacitación, financiamiento y empoderamiento, Maxagro, Coexca y Sopraval han beneficiado a miles de mujeres de sus empresas y comunidades, permitiéndoles fortalecer sus carreras y negocios, acceder a nuevas oportunidades y generando impacto real en su entorno.

Maxagro, Coexca y Sopraval, tres de las principales compañías del sector y socias de ChileCarne, han avanzado en iniciativas de impulso femenino que han beneficiado a miles de mujeres en los últimos años. Estos programas de desarrollo y liderazgo para emprendedoras locales, y también colaboradoras, han permitido romper paradigmas, abrir oportunidades históricas de crecimiento profesional y desarrollar plataformas de negocios locales donde incluso se han rescatado oficios tradicionales y alimentos ancestrales. De esta forma, las productoras y exportadoras de carnes de cerdo y aves han trascendido su papel como sector para convertirse en agentes de cambio en el desarrollo de la mujer, dentro y fuera de la empresa.

Empresas que fortalecen el rol de las mujeres en el sector cárnico

Históricamente, el sector cárnico ha tenido una mayor presencia masculina, pero en los últimos años ha experimentado un cambio significativo, impulsado por políticas de equidad y programas de formación en toda la cadena de valor.

Conscientes de esta realidad, empresas como Maxagro, en alianza con la Fundación Simón de Cirene, ha apostado por programas de alto impacto como Impulso Emprendedor, Escuela de Líderes comunitarios, Programa Impulso Local, y Acción Local, beneficiando a 435 mujeres en tres años. Solo en Impulso Emprendedor, el 95% de los participantes han sido mujeres, quienes han aprendido a estructurar sus negocios, acceder a financiamiento y potenciar sus marcas.

Un caso inspirador dentro del programa “Impulso Emprendedor” es el de Margarita González de “Chacras Pangalito”, una agricultora de Chillán Viejo que ha rescatado variedades tradicionales chilenas como el Ají Cacho de Cabra y el Chícharo. Este último, la convirtió en la única productora de la zona de este alimento que, además, está en riesgo de desaparecer. El programa cuenta con un catálogo digital para ayudar a difundir los negocios de las emprendedoras y darles más visibilidad.

“Gracias a esto, hemos podido dar a conocer nuestros productos, incrementar nuestras ventas y, al mismo tiempo, mejorar nuestra economía familiar. Estoy realmente contenta con todo el aprendizaje y con cómo nos ha ayudado a ser mejores emprendedores, mejores compañeros y a generar más conexiones con la gente”, dijo Margarita sobre el impacto del programa en su negocio.

Desde la compañía, declaran que el desarrollo sostenible no solo pasa por el cuidado del medioambiente, sino también por fortalecer a las comunidades donde operan. “A través de nuestros programas, hemos visto cómo las mujeres transforman sus emprendimientos y lideran cambios que benefician a todo su entorno. Impulsarlas es invertir en un futuro más equitativo y con mayores oportunidades para todos”, expresó Elizabeth Ellmen, Gerente de Sustentabilidad de Maxagro.

Por su parte, Natalia Olguín, jefa de proyecto de Simón de Cirene, comentó sobre el impacto real de estas iniciativas en el núcleo femenino y su entorno: “Las mujeres que participan en estos programas han transformado la forma de verse a sí mismas. Hoy se sienten capaces de liderar, presentar proyectos y tomar decisiones que impactan en sus comunidades”.

La igualdad de oportunidades entre géneros es, para Coexca S.A., no solo un pilar estratégico fundamental, sino también un principio fundacional inherente de la organización. Por ello, a través de diversas políticas y acciones, han promovido la integración progresiva de mujeres en sus operaciones, valorando las capacidades individuales por encima del género. Más allá de las palabras, estas medidas han transformado la realidad, permitiendo que el talento y el liderazgo femenino ocupen posiciones clave que impulsan la innovación y el desarrollo dentro de la empresa y sector.

Un claro ejemplo de esto es Guilda Casanova, quien, sin esperarlo, se convirtió en la primera mujer en la historia de Coexca S.A. en administrar un criadero de cerdos. Ingeniera en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente, marcó un hito en 2024 al asumir esta nueva posición en la Granja Porkland, ubicada en la comuna de TilTil, Región Metropolitana. “Es un orgullo ocupar este cargo, especialmente en un área donde solo habían trabajado hombres. Asumir el liderazgo en un entorno sin referentes implica mayores desafíos pero, también, me da la oportunidad de habilitar este camino para otras mujeres. Me siento feliz y orgullosa por eso.”, expresó Guilda.

La incorporación de la mujer ha sido una prioridad constante para la compañía, cuyos esfuerzos se traducen hoy en resultados tangibles en el desarrollo y crecimiento de la organización, la formación de equipos exitosos y un ambiente laboral positivo. “Este es más que un simple lugar de trabajo; es un espacio donde mujeres como Guilda encuentran oportunidades para crecer profesionalmente y aportar con su talento. Aquí, ellas no solo forman parte del equipo, sino que son protagonistas de nuestro éxito”, afirmó Yeimi Alarcón, Subgerente de Desarrollo de Personas y Ambiente Laboral de Coexca S.A.

Por su parte, Sopraval, en alianza con comunidades locales y expertos en hilado, desarrolla el Programa Wanaku, que ha capacitado a más de 500 mujeres en los últimos 20 años. Esta iniciativa rescata un arte textil tradicional en La Ligua, permitiendo a las emprendedoras perfeccionar su técnica y comercializar sus productos en mercados de mayor valor. Un caso destacado es el de Diana Alegría, quien gracias a la formación recibida ha logrado vender sus hilados artesanales, dándole una nueva vida a su oficio y asegurando su independencia económica: “Trato de siempre sacar la cara por las mujeres”, destacó la emprendedora de “Tejiendo Tradiciones” de Doñihue.

El jefe de Relacionamiento Comunitario de Sopraval, Jaime Kopaitic, dijo al respecto: “Nos enorgullece contribuir a la conservación de las tradiciones textiles de La Ligua a través de un programa que realizamos desde hace 20 años”.

Un modelo que da oportunidades

La cadena de valor del sector no solo abarca la producción de carne, sino que se extiende a las comunidades y organizaciones internas de las empresas. En regiones y en sectores rurales, donde las oportunidades laborales, de capacitación y financiamiento son más limitadas, estos programas han permitido que mujeres con negocios pequeños o ideas emergentes se conviertan en empresarias, y también que líderes dentro de las empresas consoliden sus trayectorias profesionales y crezcan sin límites, generando un impacto real en todo su quehacer.

La clave del éxito de estas iniciativas radica en su enfoque práctico y sostenible. No se trata solo de transferir conocimientos, sino de asegurar que las mujeres cuenten con las herramientas necesarias para hacer crecer sus emprendimientos, generar redes de apoyo y redefinir su rol dentro de la producción y economía local y nacional.

En el Mes de la Mujer, el sector productor y exportador de carnes de cerdo y aves reafirma su compromiso con el desarrollo y liderazgo femenino mediante acciones que generan un impacto tangible, reconociendo el talento, esfuerzo y determinación de las mujeres que están transformando sus realidades y contribuyendo a la construcción de un futuro más equitativo.

A través de diversas iniciativas y programas, muchos de ellos con años de antigüedad, las empresas socias de ChileCarne seguirán abriendo caminos para que más mujeres accedan a oportunidades de crecimiento y desarrollo. La creación de estos espacios no solo les permite preservar oficios, rescatar tradiciones y liderar operaciones, sino que también refuerza el tejido social, tanto al interior de las organizaciones como en los territorios donde operan.