La industria de las carnes blancas es parte del programa Chile Origen Consciente, el cual impulsa a sus empresas certificadas en la recolección, valorización y trazabilidad de los residuos que generan, acorde a la Ley 20.920 para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y el Fomento al Reciclaje (REP).

Los productores chilenos son los responsables finales de organizar y financiar la gestión de sus residuos de acuerdo a la Ley REP. Para organizar este propósito, el Ministerio de Medio Ambiente definió en una primera etapa seis Productos Prioritarios con metas de recolección y valorización, los que corresponden a Aceites Lubricantes, Aparatos Eléctricos y Electrónicos, Envases y Embalajes, Neumáticos, Pilas y Baterías.

Este año, la normativa tendrá dos hitos relevantes para la industria. Por un lado, a más tardar en julio, las empresas deberán elegir y formar parte de un Sistema de Gestión Colectiva que los ayudará declarar y encargarse de sus envases y embalajes. Y luego, con plazo límite en septiembre, los productores estarán obligados a inscribirse en el Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC) y entregar la información que se les solicite de acuerdo con la normativa.

“La Ley REP promueve un modelo de desarrollo donde los residuos pasan a ser un recurso de valor, incorporándolos a la cadena de producción como materia prima o energía, llevándonos así desde una economía lineal hacia una economía circular. Como industria comprendemos y promovemos este sistema de trabajo, en el cual hemos ido avanzando hace algunos años y muy especialmente desde que somos parte del Programa Chile Origen Consciente y tenemos estándares de gestión y medición definidos”, comentó la Gerente de Sostenibilidad de ChileCarne, Daniela Álvarez.

Diversos requisitos del protocolo de sustentabilidad del Programa Chile Origen Consciente reconocen la economía circular, reutilización y gestión de residuos. Así, las empresas suscritas al Programa, y que buscan la certificación ChOC, deben asegurar la separación de residuos generados en los procesos productivos de los residuos domiciliarios; deben realizar triple lavado y entrega a centros de acopio autorizados de envases de plaguicidas para su revalorización; y deben implementar sistemas de reducción, reutilización y/o reciclaje para los residuos generados a nivel predial.

“En cuanto a economía circular yo te diría que hay harto camino por recorrer. Muchas de las empresas están muy enteradas y muy participativas de lo que va a ocurrir con la Ley del Reciclaje, pero si hablamos de economía circular no podemos olvidar una de las 3R: reutilizar.  Lo que se pretende es volver a incorporar estos materiales al ciclo de vida. En este sentido, nosotros tenemos ciertos materiales que les damos una vida eterna, que se pueden reciclar, incorporar el material infinitas veces, tal como dice la economía circular: mantener los materiales en circulación el mayor tiempo posible”, comenta Antonia Biggs, Gerenta General de la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje A.G.

Y es que para que la industria productora de alimentos cumpla con lo que la Ley REP les exige, será necesario coordinar con diversas entidades, recicladores de base e incluso consumidores finales, considerando la importancia que cada uno tiene dentro del proceso. En el caso de la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje, reúne a 52 empresas que de alguna forma participan de la cadena sustentable, contando con asociados que entregan soluciones ya sea a través de servicios, logística o algún tratamiento de residuos. En cuanto a los recicladores de base, la Ley REP les abre nuevas oportunidades, al incluirlos expresamente en la normativa para regularizar su trabajo e incorporarlos formalmente en la cadena industrial del reciclaje. De acuerdo a la normativa, quienes cumplan con los procesos de formalización requeridos podrán ser contratados directamente por los sistemas de gestión, sin necesidad de pasar por una licitación abierta.

En cuanto a objetivos, para 2023 la Ley REP tiene las metas individuales de reciclaje correspondiente a 3% de plástico, 5% de papeles y cartones, 5% de tetrapack, 6% de metal y 11% de vidrio. Estas cifras serán progresivas, considerando para 2036 un reciclaje correspondiente al 45% de plástico, 70% de papeles y cartones, 60%  de tetrapack, 55% de metal y 65% de vidrio. En términos globales se espera una recuperación y valorización del 60% de los envases y embalajes post-consumo y un 70% de los envases y embalajes industriales al año 2036.

Según el 2° Estudio sobre reciclaje de plásticos en Chile, publicado a fines de 2021, de las 970.000 toneladas de plásticos que se consumieron en Chile el año 2020, se reciclaron 92.716 tons/año, las que equivalen a un 9,6% del consumo. Como antecedente, el año 2018 se reciclaron 83.679 toneladas (8,5% del consumo), por lo que el total de plásticos reciclados aumentó en cerca de un 11% entre ese año y 2020.